Ixkimilli el que tiene los ojos vendados

Ixkimilli, El que tiene los ojos vendados.

Con frecuencia el camino de la vida es difícil. Los obstáculos que se presentan pueden frustrar nuestros planes,  pero también pueden hacernos más sabios. Sin embargo, los abuelos,  a través del concepto de Ixkimilli, nos dejaron dicho que muchas veces el mayor obstáculo somos nosotros mismos.  Somos nuestro propio enemigo, Yaotl. Cuando no lo sabemos, somos como alguien con los ojos vendados.

¿Cómo podemos llegar a ser nuestro propio enemigo?

Saber quienes somos a veces es tan difícil como conocer al cosmos. Pero necesitamos saber que somos alguien grande, con genialidad. Por eso debemos dar una imagen grande de nosotros, y tenemos que creer que así somos. Entonces aparentamos que somos más que los demás. No sabemos quienes somos, pero nos aferramos a esa idea,  la defendemos, peleamos por ella. Si dejáramos de creer en ella, tal vez nos demos cuenta que somos muy pequeños, que no importamos en medio del gran cosmos.
Entonces construimos nuestro ego, el orgullo personal, la importancia personal, nuestra imagen. Nuestra propia perfección. Y  cualquiera que no esté de acuerdo con esa imagen es un enemigo. Y todo lo que amenace a esa idea nos produce tantas debilidades: temores,  celos, deseos de venganza, envidias, etc.

Pero ¿Que tal si lo que en verdad somos es mejor que esa idea de grandeza a la que nos hemos aferrado? Si defender una apariencia de lo que eres puede despertar en ti tantos temores y debilidades, es porque las apariencias son tan débiles que pueden desvanecerse con mucha facilidad, y  obvio que si crees que eres esa imagen, tendrás temores constantes a que alguien, o tú  mismo, descubra que no es así. Tal vez lo que más puede sabotear tus sueños es esa imagen.
No eres apariencia: eres algo real. Si defiendes apariencias no te defiendes a ti  mismo que eres real. Celos, vanidad excesiva, egocentrismo, temor, enojos, nada de eso te ayuda a lograr tus sueños: son los verdaderos obstáculos, son Yaotl, El Enemigo. Son el Humo del Espejo que impide que veas tu rostro. Cuando te atrevas a soltar todo eso, ese humo se disipará y podrás saber quién eres en realidad. Y lo que es real no se desvanece tan fácil como una apariencia.
Abre los ojos. Quítate la venda y lucha contra tu enemigo interno. Suelta lo que no eres y entonces mira tu rostro. Lo que mires, un ser vivo, un ser humano, lleno de cualidades, siempre será algo maravilloso. Se tu propio aliado!

Juan Fonseca