Kuauhtemoktzin, el Águila que Desciende, desde los trece años alcanzó el título de Guerrero Águila. Dicen los abuelos de Malinalco que según la tradición, a esa edad realizó su Teotlak, el Encuentro con el Creador, con un ayuno de 4 días en un monte cercano al Kuauhtlinchan, el Nido de las Águilas,donde se consagraba los guerreros mexika.
Le tocó defender la ciudad de México Tenochtitlan contra los españoles de Hernan Cortés a los 22 años. Siendo el guerrero más feroz y el estratega más astuto, fue nombrado el Joven Abuelo a esa edad. Lo que los españoles de Cortés destruían de día, Kuauhtemok lo reconstruía de noche. Pero después de semanas de sitiada la ciudad, el Consejo de Abuelos de Anahuak decidió deponer las armas el 13 de agosto de 1521. Así dijeron a Kuauhtemok :
Señor : hemos luchado con todas nuestras fuerzas. El lago está teñido de rojo por la sangre. No hay nada que comer. Hemos intentado masticar adobe y palos de colorín. Los guerreros están tan cansados que no pueden levantar su chimalli (escudo) ni sus armas. Las mujeres y los niños están muriendo de hambre. Debemos rendirnos “.
Así, el Consejo de Anahuak depuso las armas el 13 de agosto de 1521. Dejaron en la Tradición Oral la Consigna de Anahuak, que ordenaba a los mexicanos ocultar la tradición, transmitirla en secreto generación tras generación y volverla a resurgir en el momento adecuado.
Hoy en el aniversario de la derrota de Tenochtitlan, recordamos su consigna:
A los mexicanos de todos los tiempos. A los mexicanos del futuro.
Nuestro sol se ocultó. Nuestro sol se fue y nos ha dejado sumidos en la sombra. Pero alguna vez volverá a alumbrarnos, no sabemos hasta cuando. Y mientras permanezca allá en la mansión de la muerte, muy prontamente reunámonos, estrechémonos y ocultemos en el alma todo lo que nuestro corazón ama y consideramos un tesoro.
Destruyamos nuestros recintos al Creador, nuestros juegos de pelota, nuestros templos, nuestras escuelas, casas para jóvenes, casas te canto y de arte. Encerrémonos en nuestros hogares y que queden desiertas nuestras calles, no sabemos hasta cuando.
Ahora y hasta que salga nuestro nuevo sol, padres y madres se dedicarán a la enseñanza, los padres con sus hijos y las madres con sus hijas. Y para sus hijos no olviden decir cuán buena ha sido hasta hoy ésta, nuestra venerable Anahuak.
Al amparo y protección de nuestros destinos, y por el gran respeto y buen comportamiento que nuestros ancestros sembraron en nuestro ser, ahora nosotros no olvidemos decir a nuestros hijos, que no olviden decirle a los hijos de los hijos de sus hijos cómo será, cómo se reunirá, como alcanzará fuerza y como cumplirá su grandioso destino esta muestra venerable Madre Tierra Anahuak.
12 de agosto de 1521
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